viernes, 21 de septiembre de 2007

Colosos

El sabor de la noche estaba todavía en mi boca. Pasos agigantados me sobresaltan. Siguen. Siguen. Se acercan. Siguen. ¿ Es mi corazón? Esos estruendosos golpes que siento. La adrenalina no tarda en fluir invade cada parte de mi ser, corrompiendo el virginal estado somnoliento.
De un salto me incorporo al mundo “real” dejando mi cama a un lado; sigilosamente camino, pero no puedo mantener esta postura y la rompo, corriendo como un estúpido. Sigo los sonidos.
Abro la puerta.
Creo que mi cara dice todo, con mi boca abierta y mi cabeza inclinada 45 grados.
Dos. Eran dos.
No lo puedo explicar, dos. Dos. Gigantes, Colosos, como quieran llamarlos.
Abatiéndose mutuamente, tratando de golpearse. En mi patio. Colosos, con cabezas enormes que casi ni diviso. Sus manos se balancean de una manera tan torpe destruyendo todo a su paso; todo esto en mi patio.
La desolación es descomunal, más bien, ellos lo son.
Uno en su mano derecha aprieta un extraño garrote que desliza sobre su hombro en forma altanera; es más, este tiene cuernos en su cabeza o eso es lo que mi vista me permite observar.
El otro creo que manipula un especie de hacha, y sus cabellos largos se confunden con una extraña cola que esta deshaciendo la casa de los López.
Se detuvieron.
Mi ingenuidad me hizo una presa fácil, me tropiezo. Soy un idiota.
El Coloso taurino, se agacha apoyándose sobre su rodilla, acerca su cabeza; lo que le toma un tiempo. Me mira. Respira y esta acción me voltea.
Sus ojos enrojecidos parpadean; y regresa de una forma bastante torpe a su posición anterior.
El otro Coloso sigue desde arriba toda la empresa abordada por su rival y apoya su hacha sobre el piso; volteando la medianera.
Creo que se emocionan; se observan y lo disfrutan. Su mirada cómplice indican que no había ira entre ellos; solo testosterona.
Las Bestias no estaban luchando, No se estaban despedazando, solamente jugaban como niños que son. Creo que en algún momento lo entendí; estos hermanos jugaron en el patio equivocado y abrieron la puerta equivocada, como lo hice yo.
Ahora yo soy su juguete. Se avecina el momento donde alguno de los dos me ajusticie.
Mi patio, es el fin de laberinto y yo, no soy Teseo.

Duda Marxista

Hace un par de días deambulaba como zombi por la feria del libro y de repente pasé por las publicaciones socialistas. Me llamo poderosamente una cosa. La música. ¿ es necesario para afirmar su condición de marxistas, escuchar música cubana? No lo sé, el debate está abierto.
En próximos debates se trataran temas como: abran las urnas, para ver si hay muertos vivos entre nosotros; o si el masaje capilar soluciona la impulso de asesinar en serie.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Cliché

Aunque no me guste admitirlo siempre soy presa del cliché. Es más, en cierta manera lo odio, por que siempre trato de evadirlo, pero al final de cuentas caigo en sus garras. Si no es un cliché, es un estereotipo. Y en el peor de los casos, ambos.
Estoy tres bancos atrás tuyo, así me relegaste; mejor dicho me desterraste, y ahora soy un simple espectador. Y pensar que yo fui el primer actor en tu historia, ahora solo me queda observa esa cola de caballo que tan horrible te queda, se te ve mucho mejor con el cabello suelto.
Te dije que me iba a tomar revancha, pero como siempre nunca me prestaste atención. Ahora mi razón esta gobernada por la anarquía de mi sentidos, algo que da como resultado el delirio que desemboca en la locura. Te advertí que no lo hicieras, y te sentiste tan superada; me dejaste solo como a un idiota. Y yo no soy ningún idiota. Te escribía cartas de amor, te compraba bombones, incluso un simple chupetín (siempre caigo en los cliché). Te robé ese primer beso en el segundo recreo detrás del baño de mujeres al lado de la cantina. Y yo sabía que siempre serías mía. Hasta ese fatídico día donde supusiste que podías sobrepasarme y superarme. Cuanto te equivocaste. Se que fui tu primer gran amor.
Ahora tengo tu corazón latiendo en mi mano, lentamente late; se acelera cuando lo ves a Lucas ( como lo odio a ese estúpido). Lo observo, cada latido, como bombea. Y no es un cliché poético y estúpido, realmente tengo tu corazón en mi mano; siento como la sangre fluye y vuelve a su origen.
Algo sorprendente es la Internet, uno puede conseguir de todo. Hasta como romper un cliché. Pero eso es más fuerte que yo. Fui por lo fácil, unos cabellos, una noche de cuarto menguante; unas lagrimas de niña virgen, tu sangre y una gallina. El método, o el proceso es algo arduo de explicar y no vale la pena. Lo importante es el resultado; un corazón latente. El tuyo.
Uniones venosas, carne, sangre que va, que viene. Ver exactamente como cada fibra se une para crear un poderoso motor de vida. Y todo está en mis manos, desbordadas por ese fluido rojo. Cada golpe, cada contracción es un instante más de existencia. Ante mi, un pequeño universo en movimiento. Ante mi, Dios. En realidad ahora soy yo tu dios, a mi merced está tu destino. Poseo el símbolo por antonomasia del amor, un corazón. Es verdad, el cliché siempre termina siendo más fuerte que yo.
Ahora solo resta elegir.
La mejor ubicación, por que estar tres bancos atrás tuyo no me permite ver tu cara y mucho menos tu última expresión.
El mejor instrumento, un lápiz con el que te escribí las cartas, un punzón con el que te hice aquel colage con papel glasee o el compás con el que te dibuje corazones interminables. Todos estos objetos están desbordados sobre mi banco, ¿cual será el instrumento que atraviese tu órgano?; el que te provocará un paro.
El momento, la cuarta hora es lo mejor, hoy Lucas va a exponer en la hora de lengua vas a estar muy ocupada observándolo, y yo observándote.
Es más fuerte que yo, ya lo tengo decidido.
Espero a la cuarta hora.
Lucas va a pasar.
Yo me voy a sentar dos bancos adelante tuyo.
Voy a ser tu primer y último amor.
Y la única forma de que siempre estés conmigo, es que estés dentro mío.
Por eso a tu corazón lo voy a fagocitar lentamente, mientras saboreo tu última expresión. Siempre termino en un puto cliché.