viernes, 24 de agosto de 2007

Anima Speculum

El lánguido, pero persistente sollozo que fue precedido por un llanto tormentoso volvió a irrumpir en la habitación. Una vez más ocurrió. como lo hacía todas las tardes. Una y otra vez. No paraba de hacerlo.
El sabía que no podía luchar contra eso, algo que no podía ser torcido.
Se agitó, su respiración entrecortada era lo único que rompía la paz que existía en ese lugar.
Es solo un niño, un pequeño niño, sus alargados dedos cubrían su rostro empapado en llanto. Sus facciones eran la de un pequeño, como cualquiera de su edad, pero dentro de él, su ser se corrompía cada vez más.
Trató de recomponerse, pero falló en ese estúpido intento y callo nuevamente de rodillas al suelo. El ambiente se volvió espeso; como si una neblina infernal lo cubriera, pensó que era su imaginación. Tal vez lo era.
En esa estrepitosa caída, la vasija tan preciada, casi se desliza de sus manos; ¿como iba a hacer para consultarla, si se destruía?. Era como una extraña adicción ( su primera, su vicio existencial).
Su insólito oráculo, era su objeto más preciado su fuente de conocimiento, pero sobre todas las cosas su fuente de sufrimiento. Por más extraño que suene, lo era. Una simple vasija. Una simple copa.
Un simple objeto mundano que pudiera albergar semejante Verdad. Es que en realidad, no es para nada fácil confrontar a tu alma. Es más, es muy improbable que ese pensamiento haya pasado por tu cabeza., pero el pequeño niño no tuvo opción; y la vió.
Dicen que encontrar un “anima speculum” (una ventana o espejo al alma) es encontrarlo a Dios. Otros ven la figura de una virgen. Otros simples visiones que confunden con la realidad cotidiana. Pero en lo que concuerdan la mayoría que sobrevive a un anima speculum, es que uno puede llegar a albergar todo su Destino, llegar a ser espectador de su Providencia; algo tan terrible como sublime. Se cree que el primer espectador fue este niño, dentro de esta vasija; designado para grandezas, sentenciado a una muerte indigna.
De rodillas, con los brazos extendidos; el por que no era claro. Pero el estaba preparado. Eso era lo que hacía cada tarde, prepararse como un pequeño soldado. Un pequeño Kamikaze. Un pequeño mártir.
El pequeño niño emprendió su viaje como todas las tardes, no puedo decir que lo comprendió, pero su alma infinitamente benevolente se entregó a su misión, desde ese mismo día dejaría ese vicio para dejar de ser un espectador y volverse un actor.
Y así el pequeño perdió ese adjetivo para convertirse en un hombre. Un muchacho de ojos chicos, el pelo renegrido, la nariz torva, la barba afilada. Ya no lloraba. El lo sabía.
Se junto con los otros doce. Se volvió un sicari. Se volvió uno más de la revolución.
Y todos los días lo veía, al motor de su destrucción, a esa persona que iba a ser el causal de su fatal, pero celestial Destino. Lo último que pasaba por sus pensamientos era la ira, o el dolor; su infinita alma ( y realmente sabía que era infinita gracias al anima speculum) estaba en paz, el no era un simple engranaje; el era algo más, pero eso no lo hacia feliz. Lo que realmente excitaba pequeño hecho hombre, era el regocijo de poder cumplir con lo que estaba predestinado. Con ese Plan Mayor.
Transitó, peregrinó, predicó junto a los doce. Ya no consultaba a su vasija, pero la llevaba consigo a todas partes, era algo demasiado preciado como para abandonarlo. Día a día, viendo un deja vú una y otra vez, él se había preparado toda su vida y estaba pronto por que llegar.

Lentamente, los llantos volvieron a invadirlo, por las noche. Se escapaba de los doce, no podía mostrarse débil ante ellos. ¿ podría escapar? Se preguntaba, si tan solo soy un simple hombre, un simple carpintero. Nunca. El era demasiado bueno para hacerlo, pero el era noble; y sabía que no podía defraudarlos.
Una de esas noches, siguiendo el Plan Mayor, el se sentó en la mesa, junto a él. Tomó de su vasija el vino que había servido. Escuchó las palabras del ambiente. Sabían que quedarían marcadas a fuego por miles de años, todo gracias a el. Irrumpieron en la cena. Y el pequeño niño vio de vuelta todo su destino pasar por ese simple momento. Lo besó.
Así cumplió con su destino. Ser el salvador. El que realizó el sacrificio máximo. El que debía morir. Nadie debía enterarse. Nadie. Tomó su vasija y la guardo. Tomó una piedra que estaba junto a los denarios y la guardó. La escondió para que nadie llegase a estos objetos.
En una colina la figura del pequeño niño, se ve difusa, Judas Iscariote; yace colgando de un árbol con los treinta denarios a sus pies, así nadie sospecharía. El sería el mayor traidor de toda la historia, el traidor por antonomasia. Su nombre nunca más volverá a ser usado.
“ El Cristianismo es una religión basada en el sacrificio. Pero, en un punto, se quedó a mitad de camino: el verdadero sacrificio no fue el de Jesús, imponente, magnífico, sino el de Judas.”


Nota del Autor:
Así dilucidó Nils Runeberg ( 1878 –1912) el enigma de Judas.
Judas, único entre los apóstoles intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesus. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas del cielo; las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de ahí la muerte voluntaria, para merecer aun más la Reprobación. Así dilucidó Nils Runeberg el enigma de Judas.

3 comentarios:

María (Letras) dijo...

Gran trabajo sobre otro gran trabajo. Es increíble la capacidad de contagio qu tiene la fascinación.

Estás empachándote de Borges, veo. Un saludo.

Marilyna dijo...

me gusto mucho, ahora voy a tener que leer "ficciones". te odio

peregrina dijo...

Es excelente...pensé "En las tres versiones de judas". Ingenioso giro de tuerca!